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Tizatlán

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Tizatlán

Zona Arqueológica ubicada en el municipio de Natívitas en el estado de Tlaxcala.

El asentamiento prehispánico se remonta hacia el siglo XIV después de Cristo y tuvo su origen gracias a la separación de un grupo de habitantes del señorío de Ocotelulco que huyeron cuando un grupo de filiación cholulteca usurpó el poder exterminando hasta la quinta generación del linaje gobernante. Los sobrevivientes se refugiaron en Teotlalpan, (hoy La Candelaria Teotlalpan), al norte de Ocotelulco, y por la amenaza constante de los nuevos señores ese grupo decidió subir hacia el cerro de Tizatlán guiados por el caudillo Aztahua Tlacaztalli en donde comenzaron a edificar sus casas y templos llegando a obtener el reconocimiento de los demás pueblos. Tizatlán junto con Tepeticpac, Ocotelulco y Quiahuixtlan conformaron las cuatro cabeceras de la provincia de Tlaxcala en la época prehispánica, mismas que agrupaban un amplio número de pueblos.

Debido a su posición geográfica, en Tizatlán fueron recibidas las tropas españolas de Hernán Cortés el 23 de septiembre de 1519 y fueron alojados en los palacios de Xicoténcatl, tal y como lo señala Bernal Díaz del Castillo y el mismo Cortés.

Como ya se ha dicho, el sitio fue ocupado después de la estancia en Teotlalpan, la primera ocupación se caracteriza por presentar estructuras elaboradas en adobe, un ejemplo de ello es el muro sur de la plataforma de la capilla abierta. La segunda etapa constructiva corresponde a aquella en donde el material constructivo es el xalnene.

A primera vista parece ser que el asentamiento prehispánico sólo se reduce al área de los altares policromos y al basamento sobre el que se encuentra la Capilla abierta y el templo de San Esteban, sin embargo, tenemos que decir que las construcciones prehispánicas abarcaban hasta la parte que hoy ocupan las casas actuales al norte de la calle anexa a la zona arqueológica.

El sitio arqueológico fue descubierto en 1927 debido a que, según se cuenta al señor Pánfilo Sánchez se le aparecía el huehue Xicoténcatl, quien lo sacaba de su casa por las noches y lo conducía hasta el lugar donde se ubica actualmente la zona arqueológica. Una vez allí el espíritu le decía a Pánfilo Sánchez que excavara para poder entregarle su tesoro. La comunidad al enterarse de tal suceso decidió, por su cuenta, cavar el sitio que, según Sánchez, Xicoténcatl le señalaba; pero en vez del "tesoro" fueron hallados los altares policromos que hoy podemos apreciar.

Estos altares fueron llamados, desde el momento de su descubrimiento, como altares de sacrificios; Alfonso Caso y luego Eduardo Noguera se ocuparon de hacer una interpretación de los mismos, aunque los trabajos se detuvieron y es hasta 1930 cuando Benalí Salas libera completamente la estructura donde se ubican los altares al mismo tiempo que encuentra una ofrenda. En 1940 Hugo Moedano Koer localiza una ofrenda al pie de la escalera que se halla al frente del basamento principal, ésta consistía en dos flautas de barro, un silbato y una ocarina del mismo material; además de una orejera, un idolillo de jade y un diente de jaguar. Para 1957 Eduardo Noguera y Román Piña Chán establecen, después de las excavaciones de una serie de pozos, la estratigrafía del sitio.

En 1980 Daniel Molina excavó en la parte posterior de la Capilla abierta y encontró varios entierros, en ese mismo año Roberto Gallegos Ruiz realizó trabajos en los lugares aledaños a los altares, consolidó el muro sur, limpió y escombró el sitio; también estableció una nomenclatura para las construcciones del sitio.

Es hasta 1990, con el Proyecto Cuatro Señoríos, cuando nuevamente se realizan excavaciones de manera intensiva. Durante este proyecto se liberó el muro suroriente con su escalera de acceso y se realizó una nueva lectura e interpretación de las pinturas que decoran a los altares policromos.