La Quemada
Debido a la distancia que existe entre La Quemada y el centro de Mesoamérica, esta zona arqueológica en el estado de Zacatecas, ha sido objeto de distintas interpretaciones por parte de historiadores y arqueólogos, quienes han intentado correlacionarla con otras culturas arqueológicas. Se ha supuesto que este lugar pudo ser: el legendario Chicomostoc, un sitio Caxcán, un enclave teotihuacano, un centro tarasco, un bastión contra chichimecas, un emporio tolteca o, simplemente, un desarrollo independiente y capital de los grupos indígenas asentados al norte del río Grande de Santiago.
Si bien es cierto que pudo haber sido ocupada ocasionalmente por grupos nómadas, dedicados mayormente a la caza y a la recolección, muchas de las evidencias que pudiéramos tener sobre la presencia de los chichimecas nos han sido negadas por el paso de los años y por la acción de la lluvia y del viento. Los embates de la naturaleza se llevaron el aplanado de barro y cal, además del mortero que servía para darle unidad a las piezas que formaban el conjunto de edificios y basamentos.
Pero no sólo la naturaleza se encargó de borrar los perfiles que le daban forma definitiva a La Quemada, también los colonizadores, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, utilizaron los edificios como materia prima para construir las ciudades y los pueblos que conformaron la nueva geografía urbana de la región.
Debido a muchos factores ha sido difícil para los arqueólogos determinar el origen del sitio y su filiación cultural, por lo que muchos investigadores han especulado en cuanto a definir y caracterizar a La Quemada; los hay quienes la consideran una avanzada teotihuacana hacia el norte, un desarrollo tolteca, una fortaleza de los combativos tarascos, el famoso y legendario Chicomoztoc, un centro caxcán y, finalmente, como es lógico, un importante asentamiento defensivo que dio cobijo a grupos indígenas asentados al norte de la frontera marcada por el río grande de Santiago.
Lo cierto es que La Quemada sigue ahí con sus estructuras sobre un cerro que alcanza los 250 metros sobre el nivel del valle. Quien observa su disposición arquitectónica tiene la sensación de que se trata de una fortaleza, en la que pueden identificarse más de cuarenta plataformas o terrazas de diferentes dimensiones. Pero aun cuando pudiera definirse como un enclave defensivo, una visión cuidadosa del conjunto nos permite distinguir también su carácter cívico-religioso. La mayor parte de lo que vemos hoy en La Quemada corresponde a la última etapa de ocupación; se trata de un conjunto ceremonial fortificado que guarda enorme similitud con los que se encuentran en Mesoamérica durante el Epiclásico (600-900 d.C.).
La existencia de un centro cívico-religioso como La Quemada sólo se explica a partir de la presencia de una actividad agrícola permanente, capaz de sostener la mano de obra necesaria para construirla. Todo hace pensar, y las evidencias así lo demuestran, que los habitantes del valle en el que está asentada La Quemada, el de Malpaso, cultivaban maíz, frijol, calabaza y maguey, además de recolectar productos silvestres, como semillas de amaranto, jitomate y nopal.
Atendiendo a su posición geográfica, que le permitiría establecer relaciones con otros asentamientos vecinos, La Quemada pudo haber sido parte de una red de intercambio en la que intervinieron Chalchihuites –que destacó por su actividad dedicada a la minería–; el Cañón de Juchipila y el Valle de Atemajac, el área de Aguascalientes y los Altos de Jalisco hasta el noroeste de Guanajuato. Esta red seguramente propició el trueque de productos de diversa índole, entre los que podrían mencionarse los minerales, la sal y la concha, como parte de la intensa actividad comercial que tuvo lugar en esa época en el noroeste de Mesoamérica. No se descarta la posibilidad de que una actividad de esas características provocara enfrentamientos entre quienes se disputaban el control de una región donde además se comerciaba con la turquesa procedente de lugares tan lejanos como Nuevo México; este último hecho supone la existencia de un corredor comercial que se extendió en su apogeo a lo largo de más de mil kilómetros al norte y representó un vínculo real con el territorio conocido como Aridoamérica.
Las construcciones más importantes de La Quemada se levantaron, como era lógico, en su momento de apogeo; así, observamos el Salón de las Columnas, el Juego de Pelota, la Pirámide Votiva y la mayor parte de las calzadas.
Las enormes cortinas de lajas que forran las laderas de este macizo montañoso, funcionaron como muros de contención de extensas terrazas que soportaron las estructuras monumentales y permitieron la ampliación de los espacios arquitectónicos durante diferentes períodos.
Un aspecto singular de La Quemada lo constituye la red de caminos empedrados y pavimentados que conectó a los conjuntos arquitectónicos entre sí y con distintos puntos en el valle. La zona arqueológica se distribuye en cuatro sectores principales, entre los que destacan la Acrópolis y la Ciudadela.
Para acceder a aquélla, donde se localizan las construcciones importantes, se construyó la Calzada Mayor, un camino pavimentado de 35 metros de ancho que asciende por espacio de 400 metros. El impresionante eje visual y las dimensiones masivas con que fue trazada, en relación con otros monumentos de la zona arqueológica, permiten señalar que esta obra representó la mayor inversión de fuerza de trabajo a lo largo de la historia constructiva del asentamiento. Su finalidad probable fue magnificar la sacralidad del acceso al centro ceremonial, morada de los dioses.
El segundo sector, presidido por la Ciudadela, está delimitado por un muro de cuatro metros de alto por cuatro de espesor, y que cuenta con dos accesos, a partir de una monumental escalera de 70 metros de longitud.
Los dos sectores restantes están compuestos por series de terrazas escalonadas, cuyo uso original todavía se desconoce. Es posible que la mayoría de ellas fuese habitacional, pero otras pudieron albergar talleres o utilizarse para actividades agrícolas.
Todos los elementos arquitectónicos de La Quemada fueron construidos con lajas de toba riolítica, extraídas de la loma que se observa hacia el noreste de la Pirámide Votiva. Para unir las lajas se empleó un mortero compuesto de arcilla y fibra vegetal que, con el paso del tiempo, se fue erosionando y provocó el deterioro de los muros. Sobre esta mampostería fueron puestos varios aplanados de barro y un encalado pulido; hoy en día, únicamente se observan pequeñas secciones del acabado original.
Los estudios realizados hasta ahora permiten determinar que el conjunto monumental que se conserva fue construido en distintas épocas. Sabemos que en el núcleo de mampostería de la zona arqueológica existen edificaciones anteriores, cubiertas por los rellenos de etapas constructivas posteriores. Si se considera a la totalidad de los elementos, desde las extensas calzadas y los numerosos sitios menores vinculados por ellas a La Quemada, ésta es una zona arqueológica singular en el mosaico de sitios mesoamericanos.
La calzada mayor. Esta explanada se extiende a partir de la plaza que está al frente del Salón de la Columnas, donde inician numerosas calzadas de menores dimensiones que atraviesan el valle de Malpaso. Para construir esta calzada, así como la gran mayoría de los caminos, se levantaron muros colaterales hechos de laja y cantos rodados; posteriormente, el área entre ellos fue rellenada con lajas y un pavimento de arcilla y guijarros. Si se toma en cuenta la proporción de este elemento respecto al resto del sitio, destaca por su tamaño. Existen, además, vestigios de dos altares sobre el extremo que da a la entrada principal. Estudios recientes, verifican la existencia de más de 170 km de caminos que cruzan el valle e interconectan a numerosos sitios arqueológicos menores.
Salón de la columnas. Este recinto de 41 por 32 m, probablemente alcanzó una altura de más de cinco metros antes del incendió que ocasionó su destrucción. En su interior de observan once columnas que fueron soporte del techo. Hasta ahora se desconoce su función especifica, aunque los trabajos realizados en las décadas de 1950 indican un uso ceremonial, posiblemente relacionado con el sacrificio humano.
El juego de pelota. Esta estructura de carácter mesoamericano, está construido sobre una enorme plataforma que se extiende desde el norte de la Pirámide Votiva hasta la escalinata de acceso sobre el talud sur del juego. Mide 70 m por 15 m y presenta la característica forma de I; sus muros laterales son tan anchos como los del Salón de las Columnas (2.70m) y de las cuales se ha inferido una altura original de entre tres y cinco metros. La baja altura actual de los muros se debe a que se usó como banco de materiales (lajas) ¾ durante casi dos siglos¾ para la construcción de la Hacienda de La Quemada y sus potreros.
La pirámide votiva. Esta estructura de más de 10 m de altura, llama la atención por la pendiente de sus taludes. Durante los trabajos de Corona Núñez, en 1955, se hallaron vestigios de un talud con los restos de la escalinata que ascendía sobre el costado sur de la pirámide. Con el paso del tiempo, las partes media y superior de ese talud se desmoronaron sobre la base, la cual se aprecia en la actualidad. Originalmente la escalinata llegaba a la cima de la pirámide , donde existía al parecer un recinto o templo construido con materiales perecederos .
La escalinata. A unos 30 m al poniente de la Pirámide Votiva se descubre esta escalinata, que era utilizada como acceso principal a los niveles superiores del sitio. Se construye en dos etapas: la primera, que alcanzó aproximadamente la parte media de la altura ahora observada, tuvo, al parecer, forma redondeada y podría asociarse con estructuras ahora desaparecidas; la segunda, de mayor altura, llegó al andador del segundo nivel, el que a su vez, se vincula con una escalinata de dos rampas que asciende al tercer nivel. En un momento dado, la escalinata, la escalinata principal fue cancelada por cuestiones de defensa, mediante el muro de contención que limitó el paso al andador.
La muralla. Por la parte norte del cerro se llega a lo que se ha denominado La Ciudadela; ésta es una concentración de construcciones de uso ceremonial y defensivo. Destaca la muralla, que circunda el sitio tanto por sus dimensiones (cuatro metros de alto por tres de espesor) como por su ubicación sobre el cantil que rodea a las partes norte y noreste de la zona. Al parecer, esta estructura fue construida hacia el final de la ocupación de la Quemada y, tal vez, representa uno de los mejores indicadores de los problemas que enfrentaron los residentes del sitio, así como la perseverancia por permanecer en él.
Plataformas habitacionales. Al circular por el conjunto del tercer nivel del sitio, sobre el flanco poniente del cerro, se observan numerosas plataformas que, según los trabajos recientes, son áreas habitacionales; hasta la fecha se han detectado 25 estructuras, construidas hacia el año 650 d. C.