Chichén Itzá
Chichén Itzá significa en maya “boca del pozo de los itzaes”, y los itzaes son un grupo maya llamado así por la región que provenían al norte de lo que hoy conocemos como estado de Yucatán. Chichen Itzá fue la ciudad más poderosa de la península entre los años 550 y 900 de N.E.; durante ese periodo el sitio alcanzó las proporciones y características urbanas que aún conserva. Como centro de poder económico, político y religioso, se caracterizó por su compleja organización y la construcción de su arquitectura monumental.
Aunque pertenece a la ruta Puuc, Chichén Itzá desarrolló un estilo arquitectónico propio que integró, sobre la base del Puuc, conceptos, formas e imágenes de otras culturas mesoamericanas como la tolteca, grupo con quienes los mayas establecieron una estrecha relación. El Doctor Jeff Kowalski, durante su participación en el I Congreso Internacional de Cultura Maya, sucedido en 2004, explicó que existen por lo menos tres teorías diferentes sobre este contacto: una que sostiene que ambos grupos realizaban intercambios culturales y económicos, otra que afirma que Tula —capital tolteca— era dominada por los mayas y, una tercera que sugiere que los toltecas invadieron Chichen Itzá. La evidencia encontrada hasta hoy da cabida a estas tres teorías.
La realidad es que el contacto trajo consigo la incorporación de elementos iconográficos —como la representación del dios serpiente Kukulcán— y arquitectónicos. Además, para dar más pistas sobre ambas culturas y su relación, existen dos leyendas, una tolteca que cuenta que Quetzalcóatl (la serpiente emplumada) partió de la costa del Golfo de México, en el año 987 a. de N.E., en una balsa de serpientes; en el mismo año, una leyenda maya cuenta la llegada de un rey nombrado Kukulkán (dios de la serpiente que ha sido asociado con Quetzalcóatl) que derrotó los mayas y convirtió a Chichén Itzá en su capital.
Es difícil precisar los hechos, pero se cree que las relaciones que tendieron los gobernantes de Chichén Itzá con otros pueblos y culturas les permitió mantener el poder en la región y, con ello, controlar las rutas de comercio; dirigir la explotación de la sal en el norte y las zonas agrícolas en el sur. Además tenían en su territorio el Cenote Sagrado que representaba la entrada al inframundo.
La decadencia de Chichén Itzá se relaciona con el surgimiento de Mayapán como nuevo centro de poder en Yucatán. Desde el siglo XIII, la parte habitada de la ciudad era muy reducida. En el siglo XVI, El Castillo (la Pirámide de Kukulkán) y el Cenote Sagrado aún funcionaban como escenarios de grandes procesiones que consultaban su oráculo; sin embargo, los grandes edificios ya no recibían mantenimiento.
Entre los edificios y elementos del sitio destacan: el Castillo (la Pirámide de Kukulkán), el Juego de Pelota, el Templo de los Jaguares, el Templo de las Calaveras, la Plataforma de Venus, el Cenote Sagrado, el Grupo de las Mil Columnas, el Caracol y el Convento.
Los Edificios en Chichén Itza son:
El Castillo (La pirámide de Kukulkán) Fue construida entre los años 300 y 450 de N.E. El Castillo es una edificación monumental de treinta metros de altura que está coronada con un templo en la parte superior que tiene las tallas en piedra del dios de la lluvia, Chac y del dios serpiente Kukulkán. En el interior se encuentra una la escultura de un Chac Mool y un trono en forma de jaguar pintado de rojo.
Se cree que esta pirámide es la representación del calendario de los mayas: cada escalón es un día del año, y dado que cada lado tiene 91 escalones, multiplicados por cuatro dan un total de 364 más uno, representado por la plataforma, son los 365 días del año solar, por lo que se piensa que el monumento fue erigido en honor al dios Sol.
Es evidente el carácter mágico astrónomico de este edificio, pues su ubicación establecida matemáticamente para registrar la llegada de la primavera y el otoño, momentos en que es posible observar a la “Serpiente Emplumada”, que desciende de la escalinata en dirección al Cenote Sagrado, en un juego de luz y sombra en cada equinoccio, año con año. Para empezar, las primeras sombras de los cuerpos superiores de la pirámide comienzan a dibujar los triángulos isósceles que conforman el cuerpo de la serpiente. Paulatinamente la sombra va avanzando hacia la cabeza en forma de serpiente ubicada en la parte baja de la alfarda. Por fin, el último de los triángulos toca la base de la alfarda
Juego de Pelota Es el más grande de las ciudades mayas antiguas. Son impresionantes las representaciones de un miembro del equipo sin cabeza y con la sangre brotando, rodeado de otros jugadores que conservan la cabeza en alto. Algunos investigadores sugieren que los sacrificados eran los integrantes del equipo perdedor, mientras que otros afirman que los ganadores eran quienes recibían el honor del sacrificio. Dice Carlos Montemayor que “en ciertas celebraciones solemnes de este juego podría ser inexacto hablar de perdedor y de ganador; también, creer que el ganador debía ser sacrificado porque era un honor, o que el perdedor debía serlo por haber sido derrotado.
Durante muchos siglos quizás el juego fue una ceremonia en la que se representaba esa dualidad de Venus, del sol y del viento. Los jugadores estaban representando un drama cósmico y solamente había espacio para la élite porque probablemente los espectadores estaban descifrando en el juego de pelota lo que estaba por venir, lo que ocurría en el cosmos, lo que podía sobrevenir a la tierra y a los pueblos. Por lo tanto, no había triunfador ni perdedor, habría el reparto de la estrella matutina o de la estrella de la tarde, o del sol naciente o del sol que baja por el poniente y entra en el inframundo. Quizás en esa ceremonia ritual uno de los jugadores debía representar el papel del sol que bajaba al inframundo o de la estrella de la tarde o del viento huracanado”.
Lo cierto es que sólo los mejores guerreros eran seleccionados para jugar y representar a las divinidades dentro del campo. Las grandes plataformas que rodean el lugar estaban destinadas para que la clase gobernante y los sacerdotes pudieran presenciar el desarrollo del juego. Las tallas y motivos que están en las paredes, hablan de las implicaciones místicas y religiosas del evento. Los mayas creían que la tierra separaba al mundo humano del inframundo y el cielo del supramundo. En el supramundo se encontraba un aspecto de las deidades, el mundo de los vivos era el plano intermedio, y en el inframundo estaba el otro aspecto de la deidad y era el reino de los muertos; para los mayas todo lo existente era dual. Su inframundo no tiene una connotación negativa como, por ejemplo, el infierno cristiano.
Templo de los Jaguares Este sitio posee una serie de columnas de piedra que ostentan serpientes de cascabel talladas, así como esculturas de jaguares. En el interior perduran los restos de un fresco que narra, con imágenes coloridas, los hechos de una gran batalla.
Templo de las Calaveras Tiene una plataforma en forma de T tallada con innumerables calaveras que asemejan los cráneos humanos; hay también las representaciones de águilas que vuelan en picada, justo en la dirección de torsos humanos, con el fin de devorar sus entrañas. Se cree que esta plataforma era utilizada para depositar las cabezas de las víctimas de los sacrificios.
Plataforma de Venus Lo que hoy conocemos como Venus, así como la Luna y el Sol, eran astros fundamentales para definir la vida y ceremonias rituales de los mayas. En esta plataforma se encuentra la imagen de una deidad femenina, probablemente inspirada en la Coatlicue "madre de los dioses" en uno de sus aspectos: Tomantzin o Cihuacóatl "mujer serpiente" que entre sus mandíbulas sostiene una cabeza humana, entre la iconografía que los mayas adoptaron de esa otra cultura mesoamericana está esta diosa. La plataforma aparece decorada con varias escenas de ella perfectamente tallada en piedra.
Grupo de las Mil Columnas El conjunto toma su nombre de las grandes columnas que lo adornan. En él se encuentra el Templo de los Guerreros, que ostenta en el frente una enorme escultura del dios Chac reclinado hacia los visitantes; la plataforma está decorada con rostros y cuerpos de animales, así como por las representaciones de otras deidades mayas. El segundo edificio del conjunto es el Templo de Chac Mool; en las paredes están pintados unos frescos bastante deteriorados que según cierto grupo de investigadores, sugieren que narran la derrota de los mayas a manos de los toltecas.
El Caracol Fue llamado así por los conquistadores españoles debido a su característica escalera en forma de espiral. En realidad era un observatorio astronómico y es uno de los edificios más importantes del lugar ya que en él se fusionan los estilos arquitectónicos de mayas y toltecas, así como la imaginería religiosa. Existe una máscara de piedra del dios Chac sobre las cuatro puertas que miran a los distintos puntos cardinales. Se dice que allí, en el pasado, los sacerdotes establecían las fechas adecuadas para la realización de ceremonias y rituales.
El Convento Aunque para los arqueólogos en realidad se trata de un palacio que albergaba a la realeza maya, a los españoles les evocó las construcciones de los conventos europeos; de allí el nombre. En el anexo del edificio se encuentran unos frescos que retratan al cangrejo, el armadillo, el caracol y la tortuga, animales sagrados para los mayas que sostenían el cielo.