Santiago
El bonito pueblo virreinal de la Villa de Santiago ha sido desde hace décadas el escape tradicional de fin de semana de los regiomontanos. Y con toda razón, además de cercano, a sólo 33 km de la Macro plaza, siempre tiene algo para todos los gustos. Desde tranquilos rincones para relajarse y descansar, hasta actividades de aventura para dejar correr torrentes de adrenalina, pasando por espacios recreativos familiares y mil parajes naturales de belleza excepcional.
El centro, con sus calles empedradas y sus viejas casonas es uno de los espacios urbanos más bonitos del noreste de México. Sobran pretextos para caminarlo, lo primero por conocer es la Parroquia de Santiago Apóstol, ubicada frente a la plaza principal. Esta iglesia, terminada en 1854, tiene una portada de gusto barroco, un atrio con grandes escaleras y dos torres de desigual tamaño. En conjunto es una linda iglesia. A su izquierda, se encuentra el viejo Palacio Municipal que en 2007 fue acondicionado y reinaugurado como Museo de Historia de Santiago. Vale la pena echarle un vistazo a su acervo de monedas, vestidos, maquinaria, utensilios de cocina y otras piezas históricas que transportan al pasado.
Una cuadra atrás de la iglesia hay un mirador con una magnífica vista del valle donde se extiende la presa de la Boca. Frente a la iglesia, pero al otro lado de la plaza, está la Casa de la Cultura, que siempre tiene exposiciones temporales de arte. En la plaza y calles aledañas, el viajero encontrará hoteles, restaurantes, galerías de arte y tiendas de objetos decorativos, algunos de los cuales ocupan grandes casonas decimonónicas o de principios del siglo XX.
Muy cerca del centro de Santiago, al oriente de la carretera se encuentra la Presa de la Boca rodeada de grandes montañas. Fue construida en los años sesenta para garantizar el abasto de agua a Monterrey. En sus riberas hay infinidad de restaurantes, hoteles y embarcaderos. Se pueden tomar los paseos en catamarán para recorrer las tranquilas aguas de la presa, acompañados de música y bebida.
Al oriente de esta presa, por un ramal de unos 5 kilómetros que parte desde Cavazos, en lo alto de un cerro, se localiza una mina de barita hoy abandonada. Se le conoce como la Cueva de los Murciélagos o de Agapito Treviño, pues se dice que ahí escondió alguno de sus tesoros. Al caer el sol, salen de su enorme boca gigantescas nubes oscuras de murciélagos en busca de su alimento nocturno. Hay inclusive una pequeña plataforma junto a la carretera que funciona como mirador y es el mejor punto para observar este fenómeno.
A 9 km al sur de Santiago está una joya natural, emblemática de Nuevo León, la Cascada Cola de Caballo. Esta preciosa cascada mide 25 metros de altura, en su sección principal se puede visitar todos los días del año. Junto a ella está el Hotel Hacienda Cola de Caballo que, entre otros servicios, cuenta con un mirador desde donde se practica el salto bungee. Por el mismo camino que lleva a la cascada se accede a múltiples rincones serranos con bosques de increíble belleza, como Puerto Gringo con un mirador espectacular, y el área de cabañas de alquiler de Ciénega de González. Conforme uno se interna a la Sierra Madre Oriental, se aprecian lugares ideales para escalada en roca, rappel, espeleísmo y cañonismo. Con distinta longitud y grado de dificultad están los cañones de El Salto, El Laberinto, Hidrofobia, Chipitín, y el famoso Cañón de Matacanes, que es el que guarda las mayores bellezas por su gran diversidad, además el cañón tiene dos cuevas subacuáticas, rapeles, toboganes y saltos.
Hay muchos restaurantes que ofrecen muy buena comida regional, donde se saborean platillos típicos como la carne asada, el “machacado”, carne seca y desmenuzada que en otras partes de México se conoce como machaca con huevo, y el menudo. El platillo clásico de Santiago que nadie debe perderse es el asado de puerco, carne de cerdo guisada con salsa de chile rojo; normalmente va acompañado de arroz y frijoles “envenenados”, fritos en la manteca del mismo cerdo que son una delicia.